PANAMÁ Y AMERICA CENTRAL
La construcción del ferrocarril transístmico (1850-1855), el intento de abrir un canalinteroceánico por parte de los franceses (1880) y después la definitiva construcción delmismo por los norteamericanos (1904-1914) atrajo a Panamá una gran masa detrabajadores desde Europa, Asia y las Antillas
Este hecho diferencia a la república delIstmo (que recién se constituye como tal, al independizarse de Colombia, en 1903) de lospaíses vecinos, como la propia Colombia, Venezuela y América Central, desde el punto devista de la historia del movimiento obrero. En una primera etapa, cuando las obras delcanal estaban en manos de los franceses, arribaron unos 20.000 obreros, la mayoría deellos provenientes de Europa (España, Francia, Italia, etc.); en la segunda, al pasar laempresa a manos norteamericanas, llegaron unos 40.000 originarios de América Centraly, sobre todo, de Jamaica y las islas inglesas del Caribe. Con estos trabajadores, yparticularmente con los europeos dice Jorge Turner llegó también a Panamá la semillade la conciencia de clase y del anarcosindicalismo.
. Quienes más se destacaron allí «porsu capacidad organizativa y combativa fueron, precisamente, obreros libertarios de origenespañol»
. Ya en el periodo de la construcción del ferrocarril se produjeron algunashuelgas por aumento de salarios y mejoramiento de las condiciones de trabajo (que eranextraordinariamente deplorables y provocaban enfermedades y no pocas muertes entrelos obreros). En 1895, durante los trabajos emprendidos por la compañía francesa para laapertura del canal, estallaron también varias huelgas, que lograron un relativo éxito yfueron promovidas, al parecer, por anarquistas europeos.En 1905, en época de los norteamericanos, el general George W. Davis, gobernador dela zona del canal, puso especial cuidado en impedir toda contratación de obrerosanarquistas. En 1907, sin embargo, dos mil trabajadores españoles, alentadosindudablemente por connacionales anarquistas que con ellos laboraban, llevaron adelanteuna huelga no carente de episodios violentos en pro de aumentos salariales.El espíritu combativo insuflado a la clase obrera de Panamá por los anarcosindicalistasexplica el hecho de que, al ser regulada la inmigración, con la ley 72, del II de junio de1904, el artículo 5 prohibiera la entrada de anarquistas al país.
Al margen, casi siempre, de la Federación Obrera, central amarillista, cuya fundaciónhabía propiciado en 1921 el presidente liberal Belisario Porras, los anarquistas siguieronluchando entre los obreros panameños (no sin hacer adeptos entre ellos) y en 1925promovieron una huelga de inquilinos (tal como lo habían hecho los anarquistasargentinos, chilenos, brasileños y mexicanos).En 1924 un grupo predominantemente anarcosindicalista fundó el Sindicato General deTrabajadores, que llegó a contar miles de afiliados. Puede decirse que fue la primeracentral obrera panameña. En el grupo fundacional figuraban los españoles José María yMartín Blásquez de Pedro, la polaca Sara Gratz y el peruano Esteban M. Pavletich (mástarde incorporado a la guerrilla de Sandino). Entre los panameños había, junto a algunosanarquistas, trabajadores de otras ideologías, sin que faltaran marxistas como ElíseoEchevez y Domingo H. Turner, futuros fundadores del Partido Comunista, en 1930.También intervino Diógenes de la Rosa, que sería luego uno de los líderes del PartidoSocialista, fundado asimismo en 1930.
Entre los trabajadores llegados de Europa en las dos primeras décadas del siglo, habíacuriosamente varios individualistas stirnerianos, influidos por la filosofía de Nietzsche, queveían en el sindicalismo un potencial enemigo de la ideología anarquista. Constituyeron, de acuerdo con sus ideas, grupos de afinidad que en 1912 llegaban, según Max Nettlau, alnúmero de veinte. En 1911 apareció, en Colón, el periódico El Único, que se autodefiníacomo «Publicación individualista» .En Costa Rica hubo durante la primera década de nuestro siglo una serie depublicaciones periódicas que respondían, en mayor o menor medida, a la ideologíaanarquista. Vladimir de la Cruz nombra entre ellas:
La Aurora Social, Hoja Obrera, OrdenSocial, El Trabajo, El Amigo del Pueblo, Grito del Pueblo, La Lucha, El Derecho y La Causadel Pueblo, cuyo estilo dice «no sólo va insinuando las características del discursolibertario de esos años, sino que ineludiblemente remite a otras publicaciones anarquistasde otras latitudes de América Latina e, incluso, a revistas o semanarios editados enBarcelona y a lo largo de las zonas levantinas y andaluzas de España». Por el mismo V.de la Cruz sabemos que el «peligro» anarquista estaba ya presente en Costa Rica en losúltimos años del pasado siglo, ya que el obispo Thiel alertaba tácitamente contra él en supastoral del 25 de diciembre de 1892. En 1909 hubo en San José reuniones de protestapor el asesinato de Francisco Ferrer, iguales a las que en todos los países latinoamericanosorganizaron, según vimos, los grupos anarquistas. A fines de ese mismo año se fundó el«Centro de Estudios Sociales Germinal», cuyos colores eran el rojo y el negro. En élparticipaban intelectuales como Omar Dengo, Joaquin García Monge, Carmen Lira, y eldirigente obrero Juan Rafael López.
El 15 de enero de 1911 salió a la luz la revista Renovación, que tenía tendencias libertarias y era dirigida por el poeta J. M. Zeledón. Deella se publicaron (cosa bastante insólita) más de sesenta números. Algo después aparecióen Santiago de Puriscal Le Semeur,periódico anarquista, escrito en francés. El Sol de Alajuela, sin ser una publicación anarquista, acogía (y lo siguió haciendo hasta nuestrosdías) colaboraciones de tal tendencia ideológica en muchas ocasiones. Hacia 1926 sefundó en San José un grupo específico de acción libertaria. Cabe recordar aquí que en1914 Kropotkin escribió dos cartas al químico costarricense Elías Jiménez Rojas (que erasin duda un anarquista) para explicar la actitud que había asumido frente a la guerraeuropea recientemente iniciada, actitud que no fue compartida por la mayoría de losanarquistas y mereció el explícito rechazo de figuras como Malatesta, Rocker, EmmaGoldman, Alejandro Berkman, Sebastián Faure, Dómela Nieuwenhuis, Luigi Bertoni, etc.Kropotkin explicaba allí su actitud antiprusiana diciendo: «Ustedes comprenden que ensemejantes circunstancias se necesitarían todos los esfuerzos para impedir que elimperialismo militar estrangule Europa».
La influencia de los anarcosindicalistas entre los trabajadores costarricenses acomienzos de nuestro siglo resulta indudable. «Así, por ejemplo, en el movimientohuelguístico que en 1905 realizaron los panaderos con el objeto de alcanzar la jornada detrabajo de ocho horas, varios anarcosindicalistas españoles tuvieron papeles de liderazgo,entre ellos Juan Vera, quien a raíz de estos sucesos fue expulsado del país hacia PuertoRico. A los dirigentes nacionales de este movimiento huelguístico se les confinó al cuartelde Alajuela». En 1913, por iniciativa del antes mencionado «Centro de Estudios SocialesGerminal» y de varias sociedades obreras, se celebró por vez primera en Costa Rica el 1ºde mayo como Día Internacional del Trabajo y se fundó la «Confederación General deTrabajadores», que tuvo mucha influencia durante toda aquella década.
Los primeros sindicatos salvadoreños, entendidos como órganos de lucha obrera ycomo sociedades de resistencia, fueron creados también por anarquistas nacionales yextranjeros. La influencia del anarcosindicalismo español, mexicano y panameño resultaallí indudable. Elementos anarcosindicalistas predominaron en la Unión Obrera Salvadoreña, fundada en 1922, y en la Federación Regional de Trabajadores de ElSalvador, que la siguió dos años más tarde, aunque a partir de 1929 ésta pasó a serdirigida por militantes marxistas.
En San Salvador, capital de la república de El Salvador, funcionaba en 1930 un «CentroSindical Libertario», que desapareció probablemente dos años más tarde, al producirse lasangrienta represión de 1932. En este país parece haber acabado sus días AnselmeBellagarigue, uno de los más combativos anarquistas franceses de la primera hora, que en1850 publicaba en París
L'Anarchie-Journal de l'Ordre. Pero no es posible saber sidurante su estancia en El Salvador o en Honduras, donde vivió antes, trabajando comomaestro, escribió algo o difundió de alguna manera sus ideas. Nettlau menciona la revistaliteraria Ricos, aparecida en 1908 en San Salvador, como publicación influida por las ideas anarquistas. A partir de 1926 se inició en Guatemala la publicación de Orientación Sindicalista, periódico que propugnaba una acción sindical directa, al margen de los partidos políticos yaun contra ellos. Los comunistas promovieron, por entonces, la fundación de la«Federación Regional Obrera de Guatemala» (FROG) y comenzaron a editar el periódico
Vanguardia Proletaria. Pero obreros españoles y peruanos, unidos a grupos detrabajadores y estudiantes guatemaltecos, fundaron, por su parte, el «Comité Pro AcciónSindical», que encarnaba las ideas y propósitos de los anarcosindicalistas. El dictadormilitar de turno acabó en 1937 con el «Comité Pro Acción Sindical», y, al mismo tiempo,con toda manifestación pública del anarcosindicalismo y del sindicalismo revolucionario en el país.
Ya en la última década del siglo pasado se formaron en Honduras sociedades de ayudamutua, como «La Democracia», que funcionó desde 1890. Durante la primera década delpresente siglo empezaron a organizarse, con fines de lucha y defensa social, lostrabajadores de los enclaves minero y bananero. En marzo de 1909 los obreros de laRosario Mining Company, empresa norteamericana, se levantaron en huelga y fueronsangrientamente reprimidos. En julio de 1916 hicieron lo mismo los trabajadores de la Cuyamel Fruit Company. Másde cuatrocientos de ellos fueron encarcelados en el Castillo de Omoa. La intervención deanarcosindicalistas extranjeros en estas primeras huelgas, así como en la organización delas primeras sociedades de resistencia entre mineros, bananeros y obreros, es casisegura, aun cuando no siempre resulte fácil aportar datos precisos al respecto.En Nicaragua se fundó en octubre de 1918 la Federación Obrera Nicaragüense con lacooperación de varias sociedades obreras y mutuales, tales como la Sociedad Central deObreros, la Sociedad Unión Zapateros, la Unión de Panaderos, la Unión de Sastres, etc.,de León y otras de Chinandega, Granada y Managua.
Las uniones mutuales yartesanales habían sido manejadas desde sus orígenes por hombres de los dos partidospolíticos tradicionales, el conservador y el liberal. Algunos intelectuales pretendieronutilizar la nueva Federación para llegar a puestos políticos.Militantes obreros constituyeron entonces el «Grupo Socialista», cuyo órgano, ElSocialista, denunciaba, el 24 de mayo de 1924, esa manipulación. En ese grupo figuraban los trabajadores Leonardo Velásquez, Alejandro González Aragón, Victor M. Valladares y elpoeta Apolonio Palacio. Aunque se trataba de militantes honestos, a quienes sublevabanlas intrigas y politiquerías de hombres como el poeta Salomón de la Selva, no puedeinferirse de este relativo antipoliticismo una actitud anarquista o sindicalistarevolucionaria. Eran, a lo sumo, reformistas o socialdemócratas. Aunque en Leónconmemoró la Federación Obrera Nicaragüense el 1º de mayo, al grito de ¡Vivan losmártires del trabajo! ¡Viva la revolución social!, es importante recordar que no lo hizo sinpedir primero a los patrones que dieran permiso de concurrir al acto a sus trabajadores. Salomón de la Selva hizo todo lo posible por vincular a la FON con la ConfederaciónObrera Panamericana (COPA), organizada por la American Federation of Labor (AFL). El«Obrerismo Organizado» surgido en 1923 por obra del profesor Sofonias Salvatierra, sibien criticó la vinculación de la FON con el sindicalismo yanqui, no pasó nunca delsolidarismo mutualista
y de un nacionalismo liberal que combatía toda forma deinternacionalismo revolucionario.No puede decirse, pues, que haya habido en Nicaragua agrupaciones específicas osociedades obreras anarcosindicalistas, aunque posiblemente intervinieron libertariosextranjeros (españoles, mexicanos, etc.) en algunas de las huelgas más importantes comola de los estibadores de Corinto en 1919. Tampoco podemos pasar por alto la simpatía deSandino hacia el anarquismo hispano, del cual se sentía más cerca que del marxismo-leninismo y del cual tomó, según parece, los colores de su bandera.
LAS ANTILLAS Y CUBA
En Puerto Rico, colonia española hasta 1898 (y desde ese año colonia norteamericana),las ideas anarquistas no tuvieron tanto eco como en Cuba, pero cabe suponer quemilitantes peninsulares llegaron a la isla y emprendieron allí tareas de agitación ypropaganda por lo menos desde la década del 80. Es cierto que las primerasorganizaciones artesanales, surgidas durante el quinquenio liberal (1868-1873), fueroncasinos, sociedades de socorros mutuos y cooperativas de producción, que contaron con elvisto bueno de las autoridades y hasta con el auspicio de la clase propietaria.
En 1894 y 1895, la crisis monetaria, con la consiguiente devaluación que provocó unsúbito aumento de precios, provocó por primera vez una serie de huelgas y movimientosmasivos de protesta. Es claro que a ello no fueron ajenos grupos de anarquistas españolesque trabajaban en la isla. En 1898, ya bajo la dominación norteamericana, fundaronaquéllos (junto con algunos socialistas) la Federación Regional de los Trabajadores, cuyomodelo era la Federación Regional Española, ampliamente dominada por gruposanarcosindicalistas. Su programa aspiraba a eliminar la explotación del hombre por elhombre y a lograr la total emancipación del proletariado. Los anarquistas y socialistasde la Federación, basados en su internacionalismo, «condenaron el nacionalismo de lasclases propietarias y aspiraron a una sociedad igualitaria y a un mundo sin fronterassociales». Se negaron, por principio, «a contaminarse en los regateos coloniales» yconsideraron la cuestión social como algo enteramente ajeno a la cuestión nacional. Dehecho, la lucha contra el creciente capitalismo los llevó a asumir, sin embargo, una actitudanti-yanqui, en la medida en que, cada vez más, «norteamericano» resultaba sinónimo de«capitalista» (y de fuerza gubernamental, policial y militar). Así se explica que la actividadlibertaria haya estado aquí muchas veces mezclada, como en otras partes del Caribe, con postulaciones de tipo nacionalista. Pero la oposición, típicamente anarquista, a los partidospolíticos, las elecciones, el parlamentarismo, etc., hizo que el 18 de junio de 1899 losdefensores de la autonomía sindical se retiraran de la Federación Regional (cuyopresidente, Rosendo Rivera García, propiciaba el apoyo al Partido Republicano) y fundaranla Federación Libre, que se proclamaba fiel a los principios de la Primera Internacional. Sinembargo, poco después, en septiembre de 1901, se afilió a la AFL, organizaciónconservadora y antisocialista, contradicción que los dirigentes Ramón Romero Sosa ySantiago Iglesias, trataron de explicar alegando la necesidad de «sobrevivir en un medioeconómico hostil»
Pero los anarquistas siguieron trabajando en Puerto Rico a pesar deno haber logrado predominar en el movimiento obrero, tal como lo habían hecho suscompañeros en otros países de América Latina. Max Nettlau menciona el periódico VozHumana, que aparecía en Cagues en 1905 y 1906. En lo que toca a la producciónliteraria del anarquismo (o del para-anarquismo) en Puerto Rico, dice David Viñas: «SiManuel Zeno Gandía (1855-1930), desde su perspectiva naturalista 'quiso manejar lapluma a modo de cauterio social', al escribir la serie de novelas que conforman sus Crónicas de un mundo enfermo sobre todo en La charca, 1894, y en Garduña, 1896 , ysi Mariano Abril (1861-1935), intentó bosquejar un panorama de las tendencias y maticesde la izquierda revolucionaria de su tiempo en
El socialismo moderno, otros escritorescomo José Elías Levis con su Estercolero (1900) y Ramón Julia Marín con La gleba (1913),trazan ese espacio literario que hacia 1900 no sólo rodeó sino que sostuvo el núcleoespecíficamente anarquista. Pivote que desde ya se iba definiendo por la permanenteinfluencia libertaria de origen español, y que si a lo largo del predominio político delMadrid de la Restauración se perfiló en su actividad denuncialista de los Cánovas y de losSagasta, después de 'la toma de posesión' de la isla por parte de Estados Unidos secaracterizó cada vez más por el duro cuestionamiento del imperialismo norteamericano:constante que fue desplazando a los libertarios puertorriqueños a acercarse a los vocerosy militantes de la IWW. Luis Bonafoux (1855-1925), en este orden de cosas, puede serconsiderado como uno de los nexos más activos entre sus simpatías libertarias (que lollevan a ser expulsado de Puerto Rico por las autoridades españolas), su camaradería conlos rubenianos y su actividad periodística que culmina con la fundación y dirección de LaCampaña; periódico que si sale a la calle en 1898, contaba entre sus colaboradores europeos a Malatesta, Tarrida del Mármol, Sébastien Faure y otros anarquistas quediseñan pautas teóricas decisivas para ese movimiento político»
No cabe dudar de la existencia de una propaganda ácrata en la República Dominicana,llevada a cabo por trabajadores inmigrantes españoles, en las dos últimas décadas delsiglo XIX. Asociaciones mutualistas de artesanos surgieron en esta época (como, porejemplo, en 1884, La Alianza Cibaeña y la Sociedad artesanal Hijos del Pueblo, en 1890),pero la primera organización sindical parece haber sido la Unión de Panaderos de SantoDomingo, fundada en 1897. Hacia esta época se producen asimismo las primeras huelgas,como la de panaderos, zapateros y albañiles, que incluyó un mitin de protesta contra losrespectivos patronos en el parque Colón, y la de los obreros que construían el ferrocarrilPuerto Plata-Santiago, en 1896. Es muy probable que obreros anarquistas hayanpromovido estos primeros movimientos huelguísticos, aun al margen de cualquierorganización sindical. El 15 de mayo de 1920 se reunió en Santo Domingo el PrimerCongreso de Trabajadores Dominicanos, del cual nació la Confederación Dominicana delTrabajo (CDT), que reivindica la jornada de ocho horas, el derecho de huelga, laindexación salarial, la participación en las ganancias, etc., y exige el fin de la ocupaciónnorteamericana del país
Durante la década del 20 surgieron la Federación Local delTrabajo de Santo Domingo, formada por treinta y un gremios y la Unión Regional de Obreros del Este. En enero de 1946 estalló una gran huelga que se extendió a todos los centralesazucareros de La Romana y San Pedro de Macoris, en la cual colaboraron algunosanarquistas españoles llegados al país pocos años antes, tras la derrota de la República.Estos exiliados (muchos de los cuales se trasladaron luego a México u otros paíseslatinoamericanos) no perdieron ocasión de dar a conocer allí sus ideas. Entre ellos estabael Dr. Pedro Vallina, «singular anarquista, mezcla de Bakunin y de San Francisco deAsís. Una década antes había llegado también a la República Dominicana el Dr.Goldberg, médico alemán, fundador de una colonia orientada por ideas anarquistas enBerlín. Después de verse obligado a huir de su país por la barbarie nacionalsocialista, llegóa Córcega, y desde allí pudo arribar a la República Dominicana, en una de cuyas apartadasy selváticas comarcas, estableció a su gente.
.En 1865 funcionaba en la colonia francesa de la Martinica una sección de laInternacional, en la cual predominaban los grupos proudhonianos. Por el informe delConsejo General del Congreso de Lausanne, septiembre de 1867, sabemos que tambiénexistía una rama de la Internacional en 1866 en Guadalupe (otra isla francesa), la cualpara esa fecha ya no pagaba más cotización. En Haití el socialismo apareció, en la década de 1930, «en el marco de una luchanacionalista, ideológica y política contra la dominación norteamericana». El PartidoComunista, nacido en 1934, rompió con el nacionalismo burgués y con el viejonacionalismo negrista del siglo XIX y procuró vincular el antiimperialismo con la lucha declases.
Es difícil decir si hubo, antes o después, grupos anarquistas, aunque la influenciacultural francesa no pudo dejar de difundir, desde el siglo XIX, las ideas de Proudhon y delos anarcosindicalistas de la CGT. Por otra parte, el país que el 23 de agosto de 1791presenció el estallido de la primera gran sublevación de los esclavos negros y, dos añosmás tarde, la primera emancipación general de los mismos (decretada por Sonthonax), elprimer país latinoamericano que proclamó, en 1804, con Dessalines, su independencia,fue el que más largas y constantes dictaduras padeció en su historia, hasta culminar ennuestros días con el duvalierismo, ese «fascismo del subdesarrollo», lo cual noconfiguraba sin duda un ambiente propicio para el desarrollo de un movimiento libertario,aun cuando haya suscitado sentimientos de rebelión y de odio a la tiranía en muchosindividuos.Cuba, la última de las colonias americanas de España, estuvo más estrechamentevinculada que ninguna de las repúblicas hispanoamericanas, con la vida política y culturalde la metrópoli. La influencia del socialismo utópico español se dejó sentir en la isladurante la primera mitad del siglo XIX; la del anarquismo durante la segunda.«Por toda la América de lengua española circularon en el siglo XIX muchos textos quese ocupaban del socialismo utópico para atacarlo, criticarlo o excomulgarlo desde el puntode vista del catolicismo peninsular, uno de los baluartes del ultramontanismo clerical»
.Ejemplo de ello podrían ser los artículos escritos por el filósofo Jaime Balmes en 1844,publicados en el periódico La Sociedad de Barcelona y el famoso Ensayo sobre elcatolicismo, el liberalismo y el socialismo de Donoso Cortés, en 1850. Todos estosescritos, reproducidos y comentados en América Latina y particularmente en Cuba, nopudieron impedir, sin embargo, la llegada del pensamiento socialista utópico, en años bastante tempranos.Ramón de la Sagra, nacido en 1798 en La Coruña, sociólogo, agrónomo, economista,geólogo, botánico, matemático, estadístico, etc., a quien Manuel Casas llama«enciclopedia viviente», llegó a La Habana en 1823. Allí enseñó mineralogía, sedesempeñó como director del Jardín Botánico, fundó en 1827 los Anales de Ciencias,Agricultura, Comercio y Artes y publicó libros sobre múltiples materias. Después de viajarpor Estados Unidos y Europa fue elegido dos veces diputado. En 1840 comenzó a estudiarlas obras de Proudhon. Y a través de una incesante actividad literaria procuró poner suciencia al servicio del socialismo. De él dice Azorín, en su ensayo Un ideólogo de 1850, publicado en 1919: «Deseaba la ciencia como ideal para la Humanidad, como socializadorade la Humanidad»
Su interés por Cuba y por América Latina no declinó a lo largo de suvida. Entre 1844 y 1850 publicó en París una monumental Historia física, política y naturalde la isla de Cuba, en trece tomos. Ramón de la Sagra fue el más original de lossocialistas utópicos españoles, aun cuando Núñez de Arenas opine que sería mejorllamarlo «reformador social», y Elorza diga que era más un «utópico social» que un«socialista utópico». En su obra se advierte primero la influencia del saintsimonianoConstantin Pecqueur. En 1848 colaboró con Proudhon y en 1849 publicó El Banco delPueblo,donde explica el sentido y origen de la institución proudhoniana, pero ya en 1845había fundado en Santiago de Compostela un periódico desde el cual difundía ciertas ideasde Proudhon. Sin embargo, parece un tanto exagerado considerarlo, con Max Nettlau,como el primer anarquista español, cuando se tiene en cuenta su negación de laasociación obrera (que consideraba fuente de conflicto social), que buscaba una sanciónreligiosa para la sociedad del futuro, que poco a poco se fue inclinando (bajo la influenciadel barón de Colins) a posiciones neo-conservadoras, hasta el punto de condenar enbloque, 1858, al socialismo español, desde las páginas del periódico absolutista LaEsperanza.
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La primera huelga importante entre los obreros tabaqueros se produjo en La Habana en1866 y en aquel mismo año apareció el primer periódico proletario,La Aurora, fundadopor Saturnino Martínez
. Ya a partir déla crisis de 1857, se habían organizado sociedadesde socorros mutuos, sobre todo entre los obreros tabaqueros, los matarifes y los delArsenal, pero en la década del 60 avanzaron hacia la organización clasista, y gracias a laacción del ya mencionado Saturnino Martínez surgió en 1866 la Asociación deTabaqueros. En una carta del 23 de junio de 1873, el obrero mallorquín franciscoTomás decía que la Federación Regional Española no contaba con ninguna informaciónsobre las secciones de Cuba. Sin embargo, a partir de 1881 las relaciones se hicieron frecuentes.Los primeros obreros que se organizaron en sociedades de resistencia y en sindicatospropiamente tales fueron, en general, españoles que trabajaban en la industria tabacalera.Su ideología era, sin duda, anarquista o se inclinaba por lo menos a alguna forma delsindicalismo revolucionario. José Rivero Muñiz anota que en esta época «las doctrinassocialistas aparecen relegadas a segundo término mientras que los ácratas ocupan el primer plano». Y añade enseguida: «Nadie habla de Marx ni de Engels, y mucho menos deOwen, Fourier y demás precursores del socialismo, pero en cambio los nombres deBakunin, Malatesta, Kropotkin, Reclus y Anselmo Lorenzo no son desconocidos entre losobreros cubanos y españoles que trabajan en las tabaquerías donde a diario son leídas ycomentadas sus respectivas producciones» Esas lecturas fueron iniciadas, como diceAnnie Rottenstein, por el mismo Saturnino Martínez. Los primeros grupos anarquistas seconstituyeron hacia 1880, y desde las páginas del periódico El Obrero iniciaron la lucha contra el reformismo de Saturnino Martínez que, según las palabras de Enrique Roig SanMartín, ataba a los obreros «a los pies del capital»
El mismo Roig San Martín inició enLa Habana, en 1887, la publicación del periódico anarquista
El Productor, contemporáneode su homónimo barcelonés. A partir de 1890 siguió editándose en Guanabacoa. Roig SanMartín, como muchos anarquistas (entre los cuales Carlos Cafiero) leyó y comentó ElCapital de Marx, pero no se le puede considerar, con Fabio Grobart, como «anarquista entransición al marxismo».En 1855 se fundó un Círculo de Trabajadores y dos años más tarde se reunió en LaHabana un primer Congreso Obrero Local. En 1892 tuvo lugar el primer Congreso ObreroRegional, al que concurrieron 74 delegados de toda la isla y en el cual la influenciaanarcosindicalista fue ampliamente dominante. «Tras largas e intensas discusiones, elCongreso acordó, entre otras cosas, luchar por la jornada de 8 horas a través de la huelgageneral; organizar a los obreros de cada población de la isla en secciones por oficios oprofesiones, las que integrarían una sociedad en cada pueblo y el conjunto de cuyassociedades formaría la Federación de Trabajadores de Cuba. Consecuentes con losprincipios del anarquismo, acordaron que cada sección tuviera plena autonomía dentro dela sociedad general de que formara parte. Expresión de la creciente madurez delproletariado fue el hecho de que se abordara el problema de la discriminación del negro,adoptándose acuerdos de combate contra ese grave mal»
.En 1893 llegó a Cuba el tipógrafo catalán Pedro Esteve, uno de los más activosmilitantes anarquistas de habla española en los Estados Unidos, y en 1898, el conocidoperiodista Palmiro de Lidia (Adrián del Valle), quien el año siguiente inició la publicación de El Nuevo Ideal. Por invitación suya se trasladó a Cuba, a finales de febrero de 1900,Enrique Malatesta, el cual por entonces recorría los Estados Unidos en viaje depropaganda. El 1º de mayo pronunció en La Habana una conferencia sobre
Libertad ycivilización.
Pocos días más tarde, hostilizado al parecer por las autoridades de laintervención yanqui, debió reembarcarse para Nueva York, desde donde viajó enseguida aLondres. «El 1º de mayo de 1890, más de 3.000 trabajadores desfilaron desde el Campode Marte hasta el Skatin Ring, en el centro de la ciudad de La Habana, donde más de 15oradores se expresaron a favor de la jornada de 8 horas y denunciaron las condiciones demiseria y abusos que sufrían los obreros. Se reiteró la necesidad de la unidad y lasolidaridad de todos los trabajadores, sin que faltaran los planteamientos anarquistas,ideas sustentadas por los principales organizadores del acto. Es importante señalar que eneste acto se denunció la discriminación racial, al reclamarse la igualdad de derechos entrenegros y blancos»
Las huelgas se multiplicaron en la década del 90, y consecuentemente se incrementó larepresión.
El Productor fue clausurado y sus redactores anarquistas encarcelados. En 1892la policía invadió el Círculo de Trabajadores y cerró la Junta Central de Trabajadores. En1893 los anarquistas fundaron la Sociedad General de Trabajadores. En 1896 promovieronuna gran huelga portuaria en La Habana.Durante la segunda guerra de independencia los obreros anarquistas apoyaron a Máximo Gómez, «con mucho mayor entusiasmo que cualquier otro grupo social», segúndice Víctor Alba. Enrique Messonier, anarquista de activa trayectoria en Cuba, recaudabafondos para la guerra. El mismo Martí demostró más de una vez su simpatía por losanarquistas y su afinidad con las ideas por ellos defendidas.Entre 1890 y 1905 se publicaron en Cuba numerosos periódicos anarquistas, como
ElSocialismo, El Trabajo, Hijos del Mundo, La Alarma, Germinal,etc., en La Habana; ElProductor
(segunda época) en Guanabacoa;El Trabajo en Puerto Príncipe, etc. En lacapital se fundó también, en 1894, el Archivo Social, que editaba una serie de pequeñaspublicaciones literarias y sociológicas, de contenido libertario, y La Defensa, órganogremial de los torcedores de tabaco, mayoritariamente anarquista.
Más tarde, entre1905 y 1914, salieron, en La Habana, El Libertario, La Batalla, Via Libre, y, en Regla, Rebelión, que se subtitulaba «Semanario anarquista». Pero, antes de seguir adelante,es preciso dejar en claro la actuación de los anarquistas en la lucha por la independenciade Cuba. Dice a este propósito Frank Fernández, en Guángara Libertaria:
«...losanarquistas participaron junto con Martí en la creación de ligas y clubs en la emigración yel propio Marti los toma de base para la fundación del PRC, después de los acuerdos quetomaron los ácratas en el congreso del 92. No se trataba de un partido político a la usanzatradicional del electoralismo vigente, sino de un partido revolucionario, como lo decía sunombre, que se utilizaría en agrupar al mayor número de combatientes para llevar laguerra a Cuba... Martí construyó otro tipo de partido, sin duda influenciado por suscolaboradores más cercanos o como una concesión a los anarquistas, hombres humildes ytrabajadores. Su visión era clara: 'ordenar de acuerdo con cuantos elementos vivos yhonrados se le unan en una guerra generosa y breve'. Ciertamente esta idea norepresentaba a intereses clasistas o económicos de ningún grupo, como había ocurrido enla Guerra de los Diez Años, sino a los elementos más pobres y populares, desposeídos,marginados y discriminados racial y socialmente: negros, obreros, campesinos, etcétera».En el partido de Martí no eran los líderes quienes aportaban el dinero sino las basesespontáneamente; era además un partido descentralizado, formado por diversasorganizaciones que estaban de acuerdo con un programa, en el cual se contemplaba lacreación de una república donde estuvieran ausentes «el espíritu autoritario y lacomposición burocrática de la colonia». Martí requirió la colaboración de los núcleos másnumerosos y capaces de la emigración cubana, entre ellos a los anarquistas. «Lasrelaciones de Martí y los anarquistas se mantuvieron cordiales y estos se prestaron acolaborar con entusiasmo. En agosto de 1892 Marti le escribe a Serafín Bello: «Vale lapena la carta de Messonier y hablaré de ella», Messonier informaba a Marti por carta de losucedido en el congreso del 92. En el mes de mayo de 1894 se refiere Martí al anarquistaMessonier de nuevo, esta vez en Patria, que ya se publicaba en la emigración: «Oradorestiene Cuba y hombres de período robusto y natural, vibrantes como la piedra deldestierro; a modo de sol, esplende ante ellos la justicia, y cautos y lentos a su hora comoquien edifica. Así es Enrique Messonier». Y más adelante, en caria a éste: «Mi amigoMessonier... nada me aturde ni me desvía, fundaremos la casa del amor». A José JoaquínIzaguirre, fundador del club anarquista «Enrique Roig San Martín», lo llamaba Marti «eldel fuego evangelista», que entusiasmaba a todos». Y, comentando la fundación de dichoclub: «Vibra y gime de dolor por el hombre mucha alma cubana en el Club Enrique Roig».El anarquista Ramón Rivero y Rivero fue otro de los fundadores del PRC Martí lo estimabacomo amigo y lo llamaba «corazón puro, rico y ardiente, y razón cauta». En la emigraciónlos anarquistas cubanos fundaron asimismo el «Club Fermín Salvochea», cuyo nombrerecordaba al anarquista andaluz que simpatizaba con la causa de Martí y de laindependencia, y los periódicos El Esclavo en Tampa, y El Despenar en Brooklyn, en 1894.Los ya mencionados Pedro Esteve y Enrique Malatesta, al hablar a los obreros cubanosde Estados Unidos, no dejaban de favorecer la causa de la independencia, hechomaliciosamente silenciado por la mayoría de los historiadores. Otros anarquistas cubanosque participaron en los trabajos del P.R.C. fueron: Ramón Santana, Teodoro Pérez, Juande Dios Barrios, Francisco María González, Ángel Peláez, Gualterio García, José Dolores
Poyo, Pablo Rousseau, Pastor Segada, Luis M. Ruiz, García Purón, González Acosta yAmbrosio Borges. Carlos Benigno Baliño, que en aquella época era anarquista, aunquedespués pasó al marxismo, también formaba parte de los independentistas, amigos deMartí. En 1889 había fundado
La Tribuna del Trabajo,cuyos artículos fueron a vecesreproducidos en El Productor de Roig San Martín. En un discurso que pronunció en Tampa,el 10 de octubre de 1892, trataba de mostrar la compatibilidad del anarquismo con el idealde la independencia nacional, citando a su favor las opiniones de Dyer D. Lum,«anarquista, amigo y confidente de Parsons», del anarquista alemán Justus H. Schwab ydel ya mencionado Pedro Esteve. Más aún, apelaba al ejemplo de Bakunin y de Fanelli,que habían luchado por la independencia de Polonia. Pocos días más tarde, el 7 denoviembre, Marti reproducía ese discurso en Patria.
Cuando, en agosto de 1893, losempresarios tabacaleros de Tampa y Cayo Hueso intentaron rebajar los salarios, losobreros, encabezados por los anarquistas, declararon la huelga. Los patronos, enconnivencia con las autoridades coloniales españolas, trajeron de Cuba rompehuelgas. ElPRC encargó al abogado Horatio Rubens, amigo de Marti, la defensa de los huelguistas, yéste logro probar la ilegalidad de la maniobra patronal.
En agosto y septiembre de 1899 los albañiles, llevaron adelante la primera huelgageneral, cuyo objetivo era la implantación de la jornada de ocho horas. Esta huelga,inspirada y promovida en gran parte por los anarquistas, fue violentamente reprimida porel gobierno militar yanqui y no logró sus propósitos. Otra huelga importante fue la de losaprendices, en reclamo por el cese de la discriminación contra los jóvenes cubanos quedeseaban trabajar en la industria tabacalera. Durante la segunda intervenciónnorteamericana, entre 1906 y 1909, hubo 28 huelgas, todas reprimidas y casi todas perdidas.En 1902, Abelardo Saavedra y Francisco Sola fundaron el periódico Tierra, que en 1904promovió un boicot contra la importación de carne de la Argentina, esa «Rusiasudamericana», donde los anarquistas son perseguidos y desterrados. Adrián delValle, había fundado, a su vez, en 1899 El Nuevo Ideal, y escribía un ensayo sobreKropotkin (que sería publicado en Buenos Aires en 1925), del cual dice Max Nettlau que«tiene puntos de vista muy notables»
Aunque vivía en Europa, el cubano Tarrida delMármol era durante esta época uno de los más notables ideólogos libertarios, y proponía,por encima de las disputas entre comunistas, colectivistas, individualistas, etc., quedividían al movimiento internacional, un «anarquismo sin adjetivos». En francés publicó Les Inquisiteurs d'Espagne (1897).
En 1899, durante la huelga de los albañiles, se fundó la Liga General de TrabajadoresCubanos, integrada por trabajadores tabacaleros provenientes de Tampa y Cayo Hueso,cuyos guías eran los anarquistas Ramón Rivera y Rivero, Ambrosio Borges, José Rivas yEnrique Messonier. Estos empezaron a editar Alerta y allí sacaron una «Declaración dePrincipios» que, entre otras cosas, proponía la total igualdad de los cubanos y losextranjeros que trabajaban en Cuba.Un anarquista italiano que tuvo mucha actuación política en Cuba durante los primerosaños de este siglo, fue Orestes Ferrara. Nombrado secretario del gobierno civil de SantaClara por el general José Miguel Gómez, tuvo una serie de conflictos con losnorteamericanos, y se enfrentó a muchos de sus funcionarios desde el teniente CordellHull hasta el procónsul Wood. En 1901 fue designado gobernador sustituto de la provinciade Santa Clara, y en su calidad de tal, conmovido por la miseria de los campesinos y porla abismal desigualdad entre peones y terratenientes, obreros y capitalistas, se propuso traer una solución, aunque fuera provisoria y parcial. «Había que redimir a Cubaaumentando los salarios, a pesar de los pesares dice en sus Memorias. Me puseentonces a la cabeza de un movimiento de este género». Los patronos de Cienfuegos sedejaron convencer; los de Sagua la Grande no, y Ferrara decidió apelar entonces a laagitación. «Así, el anarquista Ferrara, gobernador de la provincia por sustituciónreglamentaria, Coronel del Ejército Libertador, respaldado por las tropas y por el pueblo,armado de fusiles y de ideas, se convierte en un agitador en el mejor estilo bakuninista,en defensa de los obreros oprimidos y los campesinos hambrientos, y en contra de losricos tenderos españoles e industriales de la zona y una compañía de ferrocarrilesingleses. Los obreros declaran una huelga y Ferrara se hace solidario y los apoya. Estecuadro impresionista, con más contradicciones y complicaciones que sapos en un pantano,era típico de una sociedad injusta legada por la colonia y mantenida por el gobiernointerventor y nos da una muestra de la situación social de la época»
Naturalmente elprocónsul Wood no pudo tolerar aquello y Ferrara, acusado por los ingleses de «agitadorde oficio y anarquista», (en lo cual tenían razón), debió irse de Cuba. Los anarquistas, através de sus periódicos Tierra y Alerta,estuvieron entre los muy pocos que se atrevierona protestar contra la enmienda Platt, impuesta a Cuba en 1901. Pero Estrada Palma y losgobernantes de la flamante República no dejaron de reprimir las huelgas, los movimientosobreros y las actividades de propaganda ácrata.Así sucedió en la antes mencionada huelga de los aprendices, cuando el 24 y 25 denoviembre de 1902 la guardia rural dejó dos muertos y decenas de heridos entre losobreros huelguistas. Por primera vez en la historia de Cuba los anarquistas lograronorganizar a los trabajadores rurales en la Federación Obrera Local de Villa Clara. Prontopromovieron huelgas en los campos y centrales azucareros. Y pronto tuvieron también susprimeros mártires: Casañas y Amado Montero en 1903, pero no sin haber conseguidoparalizar el central Caracas, el más grande del país en ese momento. En la huelga de losescogedores de tabaco de Yaguajay, realizada un poco más tarde durante casi un mes,quedaron tres obreros muertos; en la del central Narcisa fueron estrangulados el cubanoHipólito Rojas y el español Antonio Cendán
Desde el 20 de febrero al 20 de julio de 1907 estalló una huelga de tabacaleros queexigían el pago de sus salarios en dólares, dada la devaluación de la peseta. En esemismo año y en el siguiente se produjeron asimismo huelgas entre los ferroviarios,organizados por los anarquistas del Comité Federativo, entre los tabacaleros, etc. Duranteel periodo presidencial de José Miguel Gómez, entre 1909 y 1913, las huelgas semultiplicaron, al dejarse sentir más el peso del capitalismo norteamericano. La mayoría deellas fueron promovidas por los anarquistas y reclamaban aumentos de salarios, jornadade ocho horas, mejoramiento de las condiciones laborales, etc. En 1911 se produjo lahuelga de los trabajadores del alcantarillado; en 1912 la de los ingenios azucareros de laprovincia de Oriente, ferozmente reprimida por Gerardo Machado, entonces secretario dela Gobernación. «El recrudecimiento de la actividad huelguística, la extensión de las luchasal sector azucarero, el crecimiento del espíritu solidario entre los obreros y la evidenteexperiencia que iba adquiriendo el proletariado, motivaron el reforzamiento de la represióngubernamental y la aparición de nuevos métodos antiobreros. Entre éstos se destacabanla expulsión de los obreros extranjeros y la utilización de organizaciones amarillas y derompehuelgas»
Eran los mismos métodos usados en Argentina y Brasil (Ley deResidencia, Ley Adolfo Gordo, formación de sindicatos pro gubernamentales o católicos,etc.).El gobierno conservador del general Mario García Menocal (como otros gobiernosconservadores latinoamericanos antes y después) asumió una actitud demagógica y, a fin de frenar el ímpetu combativo de los trabajadores, creó una «Asociación Cubana para laProtección Legal del Trabajo», nombró vicepresidente de la misma al dirigente reformistaPedro Roca y convocó a un Congreso Obrero. «La convocatoria de este congreso encontróla oposición frontal de los anarcosindicalistas, debido al carácter oficial del evento»
Al estallar la guerra mundial en agosto de 1914, cerraron en Cuba muchas fábricastabacaleras, miles de obreros quedaron desocupados y un comité creado por losanarquistas organizó en La Habana la marcha del hambre. Al mismo tiempo se desató unainflación que llegó al 100%, escaseaban los artículos de consumo, los salarios apenassubieron un 30%, y la clase obrera fue más vigilada y reprimida que antes, so pretexto delestado de guerra. Las huelgas, al frente de las cuales estaban siempre los anarquistas, no dejaron deproducirse en todo el país. Se trataba de defender el salario, de lograr una disminución delcosto de los artículos de primera necesidad, de impedir la importación, desde las vecinasAntillas, de trabajadores con salarios de hambre y la implantación del servicio militar.Entre 1917 y 1920 estallaron no menos de 220 huelgas. «En 1917 los anarcosindicalistas predominaban en las organizaciones obreras, cuyos principales dirigentes sustentabanesta ideología. Alfredo López, líder anarcosindicalista de los tipógrafos, se destacaba comoluchador por la organización y unidad de los obreros y desempeñó un importante papel enla constitución del Sindicato General de Obreros de la Industria Fabril, organización querompió con la vieja e ineficiente estructura gremial que impedía los contactos estrechosentre los trabajadores de un mismo centro y los debilitaba frente a la patronal. Aunque enesa época comenzaba a distinguirse Alejandro Barreiro, dirigente de los cigarreros, que en1918 militaba con Carlos Baliño y José Peña Vilaboa (dirigente del gremio de pintores) enla Agrupación Socialista de La Habana, en este período el movimiento obrero va a estardominado por los anarquistas»
En febrero de 1915 Fernando Iglesias convocaba en Cruces una huelga de lostrabajadores azucareros por las 8 horas y aumento salarial del 25%. Y aunque elmovimiento abortó (por haber sido encarcelado el mismo Iglesias), pronto estallaron otrasvarias huelgas en ingenios azucareros y, particularmente, en el central Soledad(perteneciente a la empresa norteamericana Guantánamo Sugar), que reclamaba el cesedel pago en vales y que fue violentamente reprimida, no sin intervención del cónsul yanquicon una banda de gangsters. En 1917 tuvo parecida fortuna la huelga azucarera de SantaClara. «Menocal intentó justificar la represión mediante una campaña de la prensaburguesa que denunciaba la existencia de una conspiración anarquista contra la pazpública. Así se justificaba la prisión y expulsión de los obreros españoles acusados deanarquistas, a principios de 1915. La prensa obrera anarquista fue ilegalizada y la policía yel ejército intensificaron la persecución y represión de las actividades obreras»
.A la Asociación de Tipógrafos de La Habana, uno de los gremios más activos, pertenecíael ya mencionado Alfredo López, «hombre de extracción proletaria, nacido en los primerosaños de la pasada década de los noventa en la ciudad de Camagüey, organizador ymilitante desde su juventud de la causa anarconsindicalista, verdadero orientador de laclase trabajadora de Cuba, inevitablemente recordado todavía en la isla como el precursordel sindicalismo libertario en este siglo... (que), ya en 1919, era perseguido por larepresión de García Menocal, cuando la inquietud laboral de La Habana había hechocrisis»
Alfredo López y otros anarquistas cubanos apoyaron la Revolución de Octubre, como lo hicieron muchos anarquistas en toda América Latina, pero, como la mayoría deéstos, después de la supresión de los consejos obreros y de la instauración del«centralismo democrático», después de Kronstad y de la liquidación de las guerrillas ucranianas de Makhno, se dieron cuenta de que aquella revolución nada tenia que ver yacon su propia idea del socialismo libertario. Los torcedores de tabaco de La Habana y Pinardel Río convocaron un Congreso Obrero Nacional, que se reunió con la presencia de 120delegados, entre el 14 y el 16 de abril de 1920. Entre otras cosas resolvió convocar unareunión con el fin de preparar la creación de una central obrera nacional. Dicha reunióntuvo lugar el 26 de noviembre de aquel mismo año, con la representación de 18sindicatos. Un anteproyecto de reglamento, presentado por la Federación Obrera Local,fue aprobado y mandado luego a todos los sindicatos del país para su discusión y eventualaprobación. El 29 de abril de 1922 se constituyó la Federación Obrera de La Habana(FOH), que incluía 21 sindicatos. Su primer secretario general fue el anarquista AlfredoLópez y su primer secretario de finanzas el también anarquista Alejandro Barreiro. Ennombre de la FOH convocó Alfredo López en diciembre de 1924 un congreso a fin deadelantar los trabajos previos para fundar la Confederación Nacional Obrera de Cuba. Estecongreso convocó, a su vez, otro, que se desarrolló en febrero de 1925, en Cienfuegos,con la concurrencia de 105 delegados (en representación de 75 sindicatos).Entre ellos estaban Alfredo López, Barreiro, Penichet, Antes, García, V. Rodríguez,Rafael Serra, Manuel Deza, Emilio Rodríguez, J. Villasuso, M. Landrove y José RiveraMuñiz, todos o casi todos anarquistas. Se declaró que la futura Confederación, de acuerdocon los principios del anarcosindicalismo, seria ajena a todo partido político y a todo tipode contienda electoral
Según Víctor Alba, los anarcosindicalistas controlaron laConfederación Nacional Obrera de Cuba desde 1929 hasta 1935, pero en realidad yahacia 1930, al final del gobierno de Machado, los comunistas habían asumido la direcciónde la misma, aunque no la de la F.O.H. En el congreso preliminar de Cienfuegos habíaalgunos sindicatos que, aunque tenían cierta influencia del anarcosindicalismo, eran másbien reformistas, como la Hermandad Ferroviaria, y unos pocos que se inclinaban almarxismo. Pero los anarcosindicalistas eran, sin duda, ampliamente mayoritarios, cuandoentre el 2 y el 7 de agosto de 1925 se reunieron los representantes de todos lostrabajadores cubanos, en la sociedad Victoria de Camagüey, para la constitución definitivade la Confederación Nacional Obrera. Había allí 160 delegados en representación de 82sindicatos (a los cuales se agregarían luego 46 más, formando un total de 128organizaciones). Entre los delegados anarquistas que sobresalían por su militancia espreciso recordar, aparte de Alfredo López, a Pascual Núñez, Bienvenido Regó, NicanorTomás, José M. Govín, Domingo Rosado Rojas, Florentino Pascual, Luis Trujeda, PaulinoDiez, Venancio Rodríguez, Rafael Serra, Enrique Varona (preso bajo acusación deterrorismo en la cárcel de la misma ciudad de Camagüey) y una delegada de las obrerasanarquistas, Juana María Acosta. Este tercer congreso, cuyos delegados representaban amás de 200.000 trabajadores de toda la república, aprobó una serie de acuerdos, emitióuna declaración de principios, rechazó decididamente la lucha electoral y política yconfirmó a Alfredo López como secretario general de la Confederación Nacional Obrera deCuba, nacida así en Camagüey el 6 de agosto de 1925.
La madurez del movimiento obrero cubano se reflejó, sobre todo, en las posicionesapolíticas (que mejor llamaríamos antipolíticas) adoptadas por el Congreso. Diez días mástarde, un raquítico congreso, que no contaba más de 17 delegados, fundaba el PartidoComunista de Cuba. Sus miembros fundadores eran, como dice Fabio Grobart, «marxistasde corazón», pero, como durante muchos años habían compartido la ideología anarquista,no dejaron de manifestar a veces (como los fundadores del PC del Brasil) eseinconformismo crítico que tanto diferencia a los anarquistas de los marxistas-leninistas, yque el propio Marx había considerado como la más valiosa cualidad de un socialista. Poreso recién en 1936 el Partido Comunista cubano pudo elaborar un programa.
En esemismo año de 1925 se inició el gobierno de Gerardo Machado, que, como muchos otros en
América Latina, se caracterizó por la represión antiobrera y la defensa de los intereses norteamericanos. La Confederación Nacional, la Federación Obrera de La Habana ymuchos de sus dirigentes anarcosindicalistas fueron perseguidos con saña. Enrique Varonay Alfredo López, dos de los más activos y combativos militantes, fueron asesinados; otrosmuchos cayeron presos o tuvieron que exiliarse. Esta circunstancia fue muy bienaprovechada por los comunistas, que lograron conquistar posiciones importantes en laConfederación y, cinco años más tarde, a través de Rubén Martínez Villena y otros, yaejercían una fuerte influencia en las organizaciones obreras, aunque sin haber logradodesplazar todavía del todo a los anarcosindicalistas. En 1931 había en Cuba, comoconsecuencia de la crisis, una enorme desocupación y un gran malestar social, queafectaba a todas las clases sociales, pero particularmente a los trabajadores. Las huelgasno tardaron en estallar. El 29 de enero el Sindicato de Viveristas (pescadores queconservaban la pesca viva en barcos con fondo perforado), uno de los baluartes delanarcosindicalismo, declaró la huelga contra las agotadoras jornadas de trabajo impuestaspor los patronos de las embarcaciones y reivindicó la acción directa como única arma delas luchas proletaria. La huelga, apoyada por la FOH, «duró más de siete meses y fuela primera que históricamente desafió la amenaza de Machado de que ninguna huelgaduraría más de 24 horas». Una tángana de estudiantes y jóvenes trabajadores anarquistas, el 5 de marzo, en Santiago de Cuba, culminó con la tortura y muerte de unode ellos, Alfredo Rodríguez, el españolito. Fidel Miró, que pertenecía al grupo libertario delcafé La Nuviola y que años más tarde actuaría en las Juventudes Libertarias de Barcelona,pudo huir a Jamaica.
Una huelga importante de aquel año 1931 fue la que, el 30 dejulio, declaró el Gremio de Conductores y Motoristas de la Havana Electric ante lapretensión de ésta de rebajar los salarios. La lucha, que paralizó el transporte urbanodurante un mes y medio, fue conducida por los anarcosindicalistas, muchos de los cuales,como Ramón Pérez Anglada, Manuel Fonteboa y Graciano Lipis, acabaron en la cárcel.Una huelga parcial, «espontánea y sin líderes», iniciada a fines de julio de 1933, y prontoconvertida en huelga general, representó el principio del fin de la dictadura de Machado.Los comunistas, que a esta altura eran aliados de Machado, intentaron el 7 de agostofrenar la huelga, al contrario de los anarquistas que la alentaron y se sumaron a elladesde el principio. En colaboración con el coronel Caballero, gobernador militar, sededicaron los comunistas a fijar carteles en toda La Habana, exhortando a lostrabajadores a retornar al trabajo. Afortunadamente esta exhortación fracasó así como lareunión que habían convocado en la Artística Gallega el día 9, con el propósito de explicarsu actitud contrarrevolucionaria. Los anarquistas de las Federaciones Habaneras, queactuaban clandestinamente, denunciaron estos hechos en un Primer Manifiesto. El día 12 los comunistas habían fracasado ya totalmente «y años más tarde, reescribiendo lahistoria, excomulgaron temporalmente a César Vilar y su pandilla, acusándolos de'aventurerismo' como si Vilar hubiera podido obrar por su cuenta, en momentos tandramáticos y no con el consentimiento del Comité Central, como fue y es regla sacrosantaentre los comunistas». El valor y la decidida actitud de los anarquistas fue, sin duda,aunque la mayoría de los historiadores lo ignoren o lo callen, «uno de los factores másimportantes en aquel revolucionario día 12 de agosto de 1933».Machado se vio obligado a renunciar por la oposición de los partidos políticos, de losestudiantes, de los obreros y del pueblo todo. El enviado norteamericano Sumner Wells,representante personal del presidente Roosevelt, convertido en gran elector, impusoentonces como presidente de Cuba a Carlos Manuel Céspedes. Este duró 21 días en sucargo. El Directorio Estudiantil, los radicales del ABC, los sargentos, encabezados ya porFulgencio Batista, y La Semana, periódico de Sergio Carbó, rechazaron la decisión delárbitro yanqui. Céspedes tuvo que irse el 4 de septiembre y en su lugar se instaló ungobierno colegiado de cinco miembros, denominado la «Pentarquía», que incluía al Dr.
Grau San Martín. Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue denunciar laEnmienda PIatt
El 28 de agosto de 1933 la «Federación de Grupos Anarquistas de Cuba» publicó unmanifiesto, dirigido a todos los trabajadores del país, en el cual reafirmaba la actitud deradical oposición al Machadato y denunciaba al mismo tiempo la actitud de los comunistasen los recientes acontecimientos y en la huelga general contra la dictadura. Acusaba a losdirigentes del PC y de la CNOC, y particularmente a César Vilar, Vicente Álvarez Rubio,Joaquín Fau, Francisco González, Jesús Vázquez, Pedro Berges y Ordoqui (el Bizco) decomplicidad con el Carnicero de Las Villas, por haberse comprometido con éste, a cambiode una serie de concesiones (el reconocimiento del PC y de Defensa Obrera Internacional,la dirección del Campamento General Machado, etc.), a lograr que los obreros volvieran altrabajo y se reiniciara el funcionamiento del transporte público. Pero, a pesar de que elComité Central (comunista) «arengó nerviosamente y con ímpetus impositivos a la masareunida, para imponerle volver al trabajo», el discurso «repulsivo y autoritario de los Vilar,Ordoqui y demás trabajadores del proletariado organizado no tuvo aceptación» y fuefelizmente desoído
En el cuarto Congreso de la Confederación Nacional Obrera,realizado en diciembre de 1933, los comunistas se impusieron ya sobre la mayoríaanarcosindicalista y sobre la minoría trotskista, nombraron secretario generalprecisamente a César Vilar, decidieron la adhesión a la Internacional Sindical y a laConfederación Sindical Latinoamericana (CSLA).En marzo de 1935 los anarquistas cubanos participaron en la huelga general contra lanueva dictadura de Batista y Mendieta, a la cual se habían opuesto el Partido Comunista yla Confederación Nacional Obrera por éste dominada. La huelga fue aplastada, losmilitares se hicieron cargo del poder, se implantó el estado de guerra, los sindicatosfueron clausurados, se acabó con la autonomía universitaria y millares de maestros yobreros fueron encarcelados.Cuando los militares fascistas se levantaron en España contra la República, muchosanarquistas cubanos fueron a pelear en las filas de la CNT-FAI, junto a sus compañeros deArgentina, Uruguay, México, etc.En enero de 1939 se fundó la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), por obradel Partido Comunista, que encomendó su dirección a Lázaro Peña. Había allí, sin duda,muchos militantes anarcosindicalistas, y aun cuando los comunistas predominaron desdeel momento mismo de la fundación, aquellos seguían siendo mayoría en varios sindicatos,como en el de los gastronómicos de Santiago.Los anarquistas, organizados en el Movimiento Libertario Cubano, lucharon junto aotros grupos socialistas y democráticos contra la dictadura de Fulgencio Batista y elaboraron un programa que postulaba la reforma agraria en régimen de autogestión, laautonomía total de los municipios, la industrialización a través de las asociaciones obreras,etc. Ya bajo el régimen de Castro, en junio de 1960, la Agrupación Sindicalista Libertaria advertía el peligro de que la revolución se desvirtuase y sostenía que ésta «no es de nadieen particular, sino de todo el pueblo en general». Y añadía, definiendo con claridad lasposiciones anarquistas frente a la ya declarada ideología marxista-leninista del gobierno:«Apoyaremos, como lo hemos hecho hasta ahora, todas las medidas revolucionarias quetiendan a resolver los viejos males que nos aquejan, pero lucharemos también sindescanso contra las tendencias autoritarias que brillen en el seno mismo de la Revolución»
VENEZUELA
La incidencia anarquista en la historia venezolana ha sido menos marcada que en otros lugares de Latinoamérica, donde se manifiesta vigorosamente a través de luchas colectivas, publicaciones, personajes y debate de ideas. Sin embargo, merece evocarse pues no ha dejado de tener influencia en nuestra evolución social y cultural.
Del Siglo XIX al primer tercio del XX, algunos intelectuales locales fueron simpatizantes o lectores tolerantes del anarquismo, pero sin nada parecido a un Flores Magón, Barret, Oiticica, González Prada u otros de sus exponentes conocidos en el pensamiento continental [Cappelletti 1990]. Los pocos que exploraron la senda libertaria apenas dejaron referencia escrita y luego optaron por el positivismo o el marxismo; sólo valdría mencionar a Pío Tamayo, que en la cárcel instruyó a jóvenes luchadores antigomecistas en el “socialismo de Bakunin y Marx”, hasta poco antes de morir en 1936 [Sananes 1987]. Considerando las luchas populares, historiadores de la Guerra Federal (1859/1863) -la mayor conmoción social en Venezuela entre la Independencia y la era petrolera- destacan la influencia que tuvieron Proudhon y el socialismo francés en Ezequiel Zamora, el General del Pueblo Soberano. El programa del federalismo zamorista es claro: “…horror a la oligarquía, libertad de hombres y tierras, igualación social”, expresando una intención radical que sólo se pudo detener con su asesinato [Brito Figueroa 1981].
A comienzos del Siglo XX, emigrantes anarcosindicalistas europeos contribuyeron a que la organización obrera asomara pese al atraso económico, social y cultural [Rodríguez 1993]. Esos esfuerzos -formación de mutuales y gremios, huelgas, propaganda, etc.- fueron algo más notorios al iniciarse la industria petrolera, pero la dictadura de Juan Vicente Gómez (1908/1935) persiguió con saña toda actividad sindical, impidiéndole desarrollarse como en otras latitudes. Los escasos y acosados militantes sociales dentro del país intentaban con muchas dificultades hacerse de un pensamiento político, mientras la mayoría del exilio antigomecista era ajeno a influencias radicales. Entre la minoría, el atractivo en expansión del bolchevismo ruso resultó demasiado fuerte para que el anarquismo ganase adeptos. Cuando esa fracción marxista regresó tras la muerte del tirano, ocupó totalmente el campo de la izquierda, absorbiendo al puñado de lectores y discípulos clandestinos del ideal libertario, que estuvieron incluso entre los fundadores del Partido Comunista de Venezuela (1936) y Acción Democrática (1941), partidos que controlaron el proceso de organización política de masas en el período posterior. Adicionalmente, la represión anti-anarquista tenía rango constitucional y se instrumentó en la llamada “Ley Lara”, vigente entre 1936/1945.
Sin embargo la actividad e influencia Anarquista en principio de siglo XX no paso sin dejar su huella, ya que aunque, las primeras huelgas de las primeras organizaciones sindicales venezolanas fueron impulsadas por una vanguardia obrera cuya ideología no se ha podido todavía esclarecer a través de la documentación existente. Mientras en otros países de América Latina las luchas sociales de principios de siglos fueron orientadas por la socialdemocracia y, fundamentalmente, por el movimiento anarquista, en Venezuela no se ha podido comprobar el grado de influencia de estas tendencias ideológicas.
Sin embargo, algunos indicios permiten adelantar, como hipótesis de trabajo, una cierta influencia del anarquismo en los primeros organismos sindicales venezolanos. Pérez Salinas anota que a raíz de la represión de las huelgas españolas de 1917, llegó a Venezuela un sector de trabajadores anarquistas: "Huyendo de la represión desatada llegaron a la zona del Caribe grupos de anarco-sindicalistas y de socialistas españoles...Los que llegaron a Venezuela se dedicaron al trabajo, pero también a la siembra de la simiente, a la propagación de la idea sindical, de acuerdo a sus correspondientes filosofías, predominando la del anarco-sindicalismo.
Un profundo conocedor de la historia del movimiento obrero, Rodolfo Quintero, ha entregado, asimismo valiosos antecedentes para el esclarecimiento de la ideología proletaria de las primeras décadas del presente siglo: "Los rasgos anarquistas del Período inicial, apreciables en formulaciones, objetivos y tácticas de la época es la primera de las cuestiones. El predominio del taller artesanal y la pequeña manufactura, las prédicas y gestiones de anarcosindicalistas europeas, españoles e italianos principalmente" que vinieron a trabajar en las construcciones iniciales durante el gobierno de Gómez. "Entre éstos - continúa Quintero - vinieron militantes de organizaciones anarquistas, particularmente de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT española) fundada en 1910.
En una entrevista hecha por el periódico Compañero a un viejo dirigente sindical venezolano también se aportan otros antecedentes de la influencia anarquista: "En este país no habían mano de obra calificada y ya en este siglo, cuando Juan Vicente Gómez se fue a Maracay y empezó a hacer construcciones empezó a venirse una gran cantidad de obreros italianos y españoles, en una época que abunda en el anarquismo. Con esta gente que contrató Gómez se vino una gran cantidad de anarquistas, quienes sembraron aquí la idea de la lucha obrera... Yo recuerdo, ya para los años 27 y 28, época de las luchas estudiantiles, que todavía existían muchos anarcosindicalistas. Ellos, subestimaban el partido político y le daban fundamentalmente importancia al sindicato. Consideraban que el sindicato era la fuerza definitiva para la transformación de la sociedad y que la revolución tenía que fundamentarse en una huelga general que desquiciaría la actual sociedad y que necesariamente convertiría a la clase obrera en el elemento determinante de la dinámica social. Ellos predicaban esto e impulsaron organizaciones de las más antiguas, como la de zapateros, albañiles y algunos grupos gráficos que nacieron bajo el signo anarcosindicalista. Recuerdo que existía un compañero que se llamaba Antón, que era zapatero, que se reunía clandestinamente con quienes estábamos ligados al movimiento obrero. Con él aprendimos las primeras nociones de lo que era un sindicato y de cuál era la finalidad del sindicato. Los anarcosindicalistas fueron los que enseñaron a los intelectuales las primeras cosas referentes a los sindicatos"
Los anarquistas también contribuyeron a la organización de las primeras organizaciones del proletariado petrolero. Un viejo obrero de este Gremio, Raúl Henriquez Estrella, recordaba en un articulo haber recibido orientación anarquista: En 1930, "mis actividades políticas y sindicales se desarrollaron más o menos así: el español José Fernández, tornero en el Táller Mecánico, marxista-anarco sindical en España, me conquistó con sus ideas clasistas"
La influencia anarquista se hizo manifiesta hasta 1936. Rodolfo Quintero sostiene que, además de los petroleros, ese año "otros sectores de trabajadores se organizan igualmente en sindicatos, impresionados sus dirigentes por el nombre manejado con anterioridad en los cursillos y las reuniones semiclandestinas donde participaban anarcosindicalistas españoles". Al igual que el resto del mundo especialmente los anarquistas confrontaron a los caudillos criollos que por la documentacion existente tenian al Anarquismo como un peligroso enemigo, asi en la Terrible Ley Lara podemos observar lo siguiente: "El capítulo III, "De las huelgas en relación con el orden público", prohibía las huelgas con fines políticos, las huelgas generales o paros generales y las huelgas de funcionarios o empleados públicos, con penas que oscilaban entre 1 y 6 años de prisión. En el capítulo IV, titulado "De la propaganda política ilegal" destacaban los artículos 33 y 37. El primero expresaba lo siguiente: "El que verbalmente, por escrito o por impresos, por medio de difusión, dibujos, carteles, mítines u otros medios de publicidad, o haciendo uso de algún servicio público, haga propaganda de las doctrinas o métodos comunistas, anarquistas, nihilistas o terroristas, o de aquellos que por su afinidad o sus medios de acción se equiparen a éstas, serán penados con prisión de 1 a 3 años". Esta ley que claramente menciona al Anarquismo como tendencia muestra que las autoridades Venezolanas conocian de las actividades anarquistas.
En los años 40 y 50 llegaron muchos exilados anarquistas ibéricos, que afrontaron no sólo el peso de la derrota en la Guerra Civil Española, sino un medio adoptivo donde sus ideas eran vistas como extrañas. La perentoria necesidad de subsistir y tener que adecuarse al ambiente de cerril autoritarismo fueron obstáculos adicionales para dificultar la organización de potenciales simpatizantes criollos; sin embargo, se hicieron esfuerzos palpables, particularmente tras 1958 al finalizar 10 años de dictadura militar, cuando se estableció la Federación Obrera Regional Venezolana (FORVE) -afiliada a la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT-IWA), agrupación mundial anarcosindicalista fundada en 1922-, se formaron algunos grupos específicos, se editaron publicaciones periódicas, folletos y libros, pero poco de esta actividad trascendió fuera de los círculos más concientizados de emigrantes peninsulares [Montes De Oca 2008].
La oleada de impugnación sociopolítica que se vivió mundialmente a fines de los años 60 -especialmente el mayo francés de 1968 con su indudable raíz libertaria- también llegó al país. Su huella fue evidente en la Renovación Universitaria que conmocionó a las principales instituciones de Educación Superior entre 1968 y 1970, para mantenerse presente en movimientos estudiantiles y de cultura alternativa posteriores. Sin embargo, salvo la menguante presencia de los veteranos españoles, pasarán años para que existan agrupaciones que se identifiquen con el ideal y la práctica anarquista, pues en los 70 el marxismo aún se consideraba soporte ideológico insustituible de cualquier propuesta revolucionaria en Venezuela.
Entre 1980 y 1995 emergieron intentos de organización cabalmente anarquistas buscando conectarse con luchas y movimientos sociales, siendo el Colectivo Autogestionario Libertario (CAL) el más visible. Se editaron El Libertario -9 números entre 1985 y 1987, a cargo del CAL- y Correo A -28 números entre 1987 y 1995-, periódicos que fueron referencia y punto de reunión para algunos activistas, donde hubo quienes venían del marxismo, exilados ácratas latinoamericanos, y, principalmente, jóvenes que llegaban al anarquismo desde la escena punk. También se hizo notar la actividad académica y divulgativa de Ángel Cappelletti, anarquista argentino que laboró en Venezuela por 26 años [Méndez y Vallota 2001]. Pese a las dificultades para hacer comprender e impulsar propuestas anarquistas de autogestión y acción directa en un medio donde era casi absoluto su desconocimiento o mala interpretación, poco a poco se despejaron caminos para llegar a diversos ámbitos donde se expresaban iniciativas afines. Además, ocurrió el estallido popular del 27/02/1989, “El Caracazo”, que junto a otros eventos nacionales (en especial, la crisis del rentismo petrolero y del modelo político establecido en 1958) e internacionales (como el derrumbe de las burocracias del Este de Europa), abrieron espacios para propagar el ideal libertario.