miércoles, 21 de julio de 2021

Comunicado Cuba: el fin del encantamiento social de la "Revolución" ESP/ING/FRAN


                                                     

  El encantamiento social represivo que mantenía pacificado al museo de gran parte de la izquierda internacional se ha desvanecido. Debajo de la “Revolución Cubana”, y a contrapelo de su benigna imagen, ha brotado públicamente, en toda su crudeza y grandilocuencia represiva, el “Estado cubano”. El mismo Estado cubano creador — para enfrentar al imperialismo yanqui — de una policía política omnipresente que combate a la sociedad mantenida bajo su control. El mismo Estado cubano destructor — en nombre del socialismo — de todas las organizaciones populares y obreras que, con sus historias de lucha, hicieran realidad cotidiana las declaradas conquistas socialistas. Ese mismo Estado cubano que ha convertido la solidaridad en una marca de identidad internacional, sobre la base de mantenernos hundidos en la desconfianza y el miedo entre vecinos. El mismo Estado cubano que — en medio del recrudecido bloqueo yanqui — construye más hoteles para turistas extranjeros que infraestructuras para producir comida, frutas y leche. El mismo Estado cubano que ha producido las únicas vacunas en Latinoamérica contra la covid-19, pero mantiene a su personal de salud en una condición de asalariados de la policía política.

Ese Estado cubano en estos días de julio de 2021 ha mostrado lo que es: una oligarquía común y corriente, celosa de mantener a toda costa su poder absoluto; una cleptocracia vulgar con ínfulas humanistas e ilustradas; una pirámide de poder tan sólida y desproporcionada como las pirámides de las teocracias egipcias, pero rodeada de arenas de playas paradisíacas.

Sostener ahora argumentos geopolíticos sobre el lugar de Cuba en la estrategia imperial global, argumentar que las protestas antigubernamentales en Cuba son inevitablemente pagadas por la derecha cubana de Miami, esgrimir que los protestantes son simples delincuentes en busca de saqueos, que el verdadero pueblo revolucionario está con su gobierno — esos son todos argumentos que describen una parte significativa de la realidad, pero no la agotan en un punto. El pueblo de Cuba tiene tanto derecho y tanto deber a la protesta como el de Colombia y el de Chile. ¿Cuál es la diferencia? — ¿que son oligarquías con orígenes distintos?, ¿con prácticas más o menos brutales?, ¿con maquillajes ideológicos más o menos diferenciables?, ¿con posturas más o menos serviles con el gobierno de EE.UU.?, ¿con ideales más o menos sublimes para justificar sus privilegios? Todas esas inmensas diferencias entre las oligarquías colombianas, chilenas y cubanas se reducen a cero cuando en una bella mañana de domingo descubres que, además de las oligarquías mafiosas en Colombia y en Chile, la oligarquía cubana también — frente a un pueblo sin armas — está armada hasta los dientes, un poco más o un poco menos, para triturarte a ti y tus hermanos, a tu cuerpo y a tu mente, si solo se te ocurre cuestionar de palabra la normalidad que ellos gestionan.

Todo lo que el Estado cubano ha hecho por producir unas vacunas nacionales contra la covid-19, todas las subvenciones laborales, todo las mejoras salariales que ofreció a muchos sectores en medio de la pandemia, de golpe se evaporan, no solo por la espiral inflacionaria y el desabastecimiento alimentario endémico en Cuba, sino también porque se hizo visible que todo ello formaba parte del entramado macabro de la “tolerancia represiva”, algo que ahora puede descubrir cualquier persona decente en Cuba, sin tener que leer ningún brillante libro sobre contracultura. A quienes vengan ahora a edulcorar esa tolerancia represiva en este país y levantar sobre ella el espejismo de la concordia militarizada, podemos definirles serenamente como el nuevo rostro de lo que no debe tener cabida en nuestro futuro. Quienes en nombre de una futura democracia o del buen funcionamiento de la economía, vengan a desacreditar las afinidades y las fraternidades y las energías que brotaron en las protestas, o reduzcan a “simple vandalismo de la crápula social” lo ocurrido en estas jornadas, hablan en nombre y con el lenguaje de las decrépitas oligarquías que otra vez levantan sin vergüenza la voz en nuestro país.

Las “masas” otra vez se han convertido en “pueblo”, con todas sus luces y sombras, al dejar de obedecer las pesadas cadenas de mando, y volver a confiar en los afectos, las afinidades y las mínimas capacidades de hacer y pensar juntos, que han resurgido en la desobediencia y en la solidaridad entre iguales, en medio de la espiral de la violencia, la pandemia y el desabastecimiento. Esa es la nueva realidad que ha nacido en Cuba en estas jornadas de julio de 2021, y de esa nueva realidad, como anarquistas en Cuba, queremos sentirnos parte.

Taller Libertario Alfredo López

 

--------------------------------------------------INGLES-------------------------------------------------

 Cuba: The end of the social enchantment of the “Revolution”
 
The repressive social enchantment that kept a great part of the international left pacified has melted away. Under the “Cuban Revolution,” and contrary to its benign image, it has publicly exposed, in all its crudeness and repressive grandeur, the nature of the “Cuban State.” The same Cuban State that created—to face Yankee imperialism—an omnipresent political police that fights the same society it controls. The same Cuban State that destroyed—in the name of socialism—all the peoples’ and workers’ organizations that, with their history of struggle, made a daily reality the socialist triumphs the State claims as its own. That same Cuban State that has made “solidarity” into a brand of international identity, all the while it keeps us drowning in the distrust and fear among neighbors. The same Cuban State that—under the worsening Yankee blockade—builds more hotels for foreign tourists than the infrastructure needed to produce food, fruit, and milk. The same Cuban State that has produced the only vaccines in Latin America against COVID-19 yet keeps its healthcare personnel in a condition of employees of the political police.

This Cuban State in these days of July 2021 has shown us what it is: a typical oligarchy, interested only in maintaining its absolute power at all costs; a vulgar kleptocracy with humanist and enlightened pretentions; a pyramid of power as solid and unequal as the pyramids of the Egyptian theocracies, but surrounded by the sands of paradisical beaches.

Right now, to have geopolitical arguments about the place of Cuba in the global imperialist plan, to argue that the antigovernment protests in Cuba are inevitably paid by the Cuban right in Miami, to yell that the protesters are just delinquents looking to loot, that the real popular revolutionaries are with their government—all of these are arguments that describe a great deal of the reality, but they don’t express everything with just one angle. The Cuban people has as much right and as much need to protest as those of Colombia and Chile. What’s the difference: that they’re oligarchies with different origins? With practices that are more or less brutal? With ideological shades more or less distinguishable? With postures that are more or less servile to the United States? With ideals more or less sublime to justify their privileges? All these huge differences between the Colombian, Chilean, and Cuban oligarchies are reduced to zero when, on a beautiful Sunday morning, you discover that, besides the gangster oligarchies in Colombia and Chile, the Cuban oligarchy—faced with an unarmed populace—is armed to the teeth, a little more or a little less, to crush you and your siblings, your body and your mind, if it even crosses your mind to question a word of the normalcy they’ve built.

Everything that the Cuban State has done to produce the national vaccines against COVID-19, all the labor funding, all the salary increases that it offered to many sectors in the middle of the pandemic, it all has at once evaporated. This is not only because of the death spiral of inflation and the endemic food scarcity in Cuba, but also because it has made visible that all of it was part of the grisly structure of “repressive tolerance,” something that any decent person in Cuba could describe, without having to read any brilliant book on counterculture. To those who come to sugarcoat that repressive tolerance in this country and hold up the illusion of militarized harmony, we can calmly define them as the new face of what shouldn’t have a place in our future. Those who, in the name of a future democracy or the well-functioning of the economy, come to discredit the affinities and fellowship and energies that have emerged in the protests, or would belittle what happened these last days as “simple vandalism by the dregs of society,” speak in the name and with the language of the decrepit oligarchies that once again shamelessly dare to speak in our country.
The “masses” have again become the “People,” with all their light and shadow, to stop obeying the heavy chains of authority, and have again begun to trust their emotions, affinities, and the basic ability to think together, who have made a comeback in disobedience and solidarity among equals, in the middle of the spiral of violence, the pandemic, and scarcity. This is the new reality that has been born in Cuba these days of July 2021, and in that new reality, as anarchists in Cuba, we'd like to consider ourselves part of it.

—Taller Libertario Alfredo López
 
-------------------------------------------FRANCES-----------------------------------------------------
 


Cuba : La fin du sortilège social de la « Révolution »

Le sortilège  social répressif qui maintenait en le pacifiant le musée d’une grande partie de la gauche internationale a disparu. Sous la « Révolution cubaine », et à contre-courant de son image bienveillante, « l’État cubain » a émergé publiquement, dans toute sa crudité et sa grandiloquence répressive. Le même État cubain qui a créé – pour affronter l’impérialisme yankee – une police politique omniprésente qui combat la société maintenue sous son contrôle. Le même État cubain qui a détruit – au nom du socialisme – toutes les organisations populaires et ouvrières qui, avec leurs histoires de lutte, avaient fait des conquêtes socialistes déclarées une réalité quotidienne. Ce même État cubain qui a convertit la solidarité en une marque d’identité internationale, sur la base de nous maintenir dans la méfiance et la peur entre voisins. Le même État cubain qui – au milieu de l’aggravation du blocus yankee – construit plus d’hôtels pour les touristes étrangers que d’infrastructures pour produire de la nourriture, des fruits et du lait. Le même État cubain qui a produit les seuls vaccins en Amérique latine contre le covid-19, mais maintient son personnel de santé dans un statut d’employés salariés de la police politique. Cet État cubain en ces jours de juillet 2021 a montré ce qu’il est véritablement : une oligarchie commune et banale, jalouse de maintenir à tout prix son pouvoir absolu ; une kleptocratie vulgaire aux prétentions humanistes et éclairées ; une pyramide de pouvoir aussi solide et démesurée que les pyramides des théocraties égyptiennes, mais entourée du sable des plages paradisiaques.

Soutenir aujourd’hui des arguments géopolitiques sur la place de Cuba dans la stratégie impériale mondiale, invoquer que les manifestations antigouvernementales à Cuba sont inévitablement payées par la droite cubaine à Miami, arguer que les protestataires sont de simples criminels en quête de pillage, que le vrai peuple révolutionnaires est avec son gouvernement – sont tous des arguments qui décrivent une partie significative de la réalité, mais ne l’épuisent pas à un moment donné. Le peuple cubain a autant le droit et le devoir de protester que le peuple colombien et chilien. Quelle est la différence? – Que ce sont des oligarchies d’origines différentes ? Avec des pratiques plus ou moins brutales ? Avec des maquillages idéologiques plus ou moins différentiables ? Avec des postures plus ou moins serviles avec le gouvernement américain ? Avec des idéaux plus ou moins sublimes pour justifier leurs privilèges ? Toutes ces immenses différences entre les oligarchies colombienne, chilienne et cubaine sont réduites à zéro quand par un beau dimanche matin vous découvrez qu’en plus des oligarchies mafieuses en Colombie et au Chili, l’oligarchie cubaine est aussi – devant un peuple sans armes – armée jusqu’aux dents, un peu plus ou un peu moins, pour vous écraser vous et vos frères, écraser votre corps et votre esprit, si il vous venait l’idée de questionner la parole de normalité que eux gèrent.

Tout ce que l’État cubain a fait pour produire des vaccins nationaux contre le covid-19, toutes les subventions à la main-d’œuvre, toutes les améliorations salariales qu’il a offertes à de nombreux secteurs au milieu de la pandémie, s’évaporent soudainement, non seulement en raison de la spirale inflationniste et de la pénurie alimentaire endémique à Cuba, mais aussi parce qu’il est devenu visible que tout cela faisait partie du réseau macabre de la « tolérance répressive », ce que toute personne décente à Cuba peut désormais découvrir, sans avoir à lire un livre brillant sur la contre-culture. A ceux qui viennent maintenant édulcorer cette tolérance répressive dans ce pays et poser sur lui le mirage de l’harmonie militarisée, nous pouvons les définir sereinement comme le nouveau visage de ce qui ne devrait pas avoir sa place dans notre avenir. Ceux qui, au nom d’une démocratie future ou du bon fonctionnement de l’économie, viennent discréditer les affinités, les fraternités et les énergies qui ont germé dans les manifestations, ou réduisent ce qui s’est passé ces jours-ci au « simple vandalisme de crapules sociales » , parlent au nom et avec le langage des oligarchies décrépites qui, une fois de plus, élèvent sans vergogne la voix dans notre pays.

Les « masses » une fois de plus se sont faites « peuple », avec toutes leurs lumières et leurs ombres, en cessant d’obéir aux lourdes chaînes de commandement, et en faisant confiance aux affections, affinités et capacités minimales à faire et à penser ensemble, qui ont refait surface dans la désobéissance. et la solidarité entre égaux, au milieu de la spirale de la violence, de la pandémie et des pénuries. C’est la nouvelle réalité qui est née à Cuba en ces jours de juillet 2021, et de cette nouvelle réalité, en tant qu’anarchistes à Cuba, nous voulons en faire partie.

Taller Libertario Alfredo López (Atelier Libertaire Alfredo López)